domingo, 5 de septiembre de 2010

Y en el cielo

Mientras tanto en el cielo, hay fiesta, sin nosotros los mortales. No, no hablo del cielo ese donde van las almas de los buenos, si no de ese cielo de inmortales que observan entretenidos lo que pasa en nuestra tierra.

Ven mi vida y la tuya y la de él, quizá la de ella, la del malnacido-como la mayoría de nosotros- de la esquina o de la zorra que tienes al lado. Del desagradecido que piensas y del pobre que deberías pensar. Del ricachón de la cuadra, del guiso, el ratero, los marginados y los aceptados, los normales, anormales, maricas, mediomaricas, maricafóbicos. De todos, sin excepción.

Consideran que los más entretenidos son los de aquellos perdedores que se entregan a la pena y el dolor, y escriben todas las noches en sus libretitas desteñidas y teñidas por el rojo que les recuerda ala sangre, su día, sus dolores.

Escriben de la luna, todas las noches, que la luna está cansada y la aburre ver mortales en su vida diaria, es la única del cielo que aburrida asiste a las noche de observación. El sol, está sentido, histérico con ellos y con sus compañeros inmortales que no vean algo más, donde hablen de él, porque esa depresiones lo tienen deprimido.

El resto, se ríe, disfruta ver cómo siempre hacen lo mismo pero juran que es diferente. Cuando ven mucho tiempo eso, cambian, a los que sí hacen algo con sus vidas y se entretienen, viendo aquellas innovaciones.

Y en el cielo, al igual que en la tierra todo es lo mismo, todos trabajan, cumplen labores y se van a ver la vida de alguien más, para sentir que nuestras vidas son más miserables que las de ellos, que buscan nuestras palabras para sentirse vivos, que saben que sin ellos no estaríamso aquí y que alguien como yo todas las noches les escriben, que ignoran como nosotros les ignoramos, que se aburren como a nosotros nos aburren. Que lloran, ríen, enojan.

Que podríamos ser una mentira a la que están aferrados. Nada nuevo en este cielo, de emociones tristes y gastadas. Nada nuevo en esta tierra que se olvido de ver hacia arriba y perderse en el más allá.

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